viernes, 27 de marzo de 2020
Encerrados
Si hace un mes nos hubieran dicho que íbamos a tener que encerrarnos en nuestras
casas sin poder apenas salir no nos lo hubiéramos creído.
Y ahora estoy escribiendo esto desde mi encierro no voluntario pero sí responsable y
amparado en un estado de alarma decretado por el gobierno debido a una pandemia
que apareció de la noche a la mañana.
Parece una película de estas catastróficas; cuando vimos que empezaba en China nunca
pensamos que llegaría aquí y con tanta virulencia.
En poco tiempo llevamos más de 4000 muertos y mas de 50000 infectados, ( que
se sepa). y la mayoría se concentran en la comunidad de Madrid.
Parece un país fantasma: bares cerrados, hoteles, tiendas... casi todo. La sensación es
apocalíptica y el miedo de la gente se ve en sus ojos, lo que dejan entrever sus mascarillas.
Todo es silencio hasta que a las 8 de la tarde sale toda España a los balcones a aplaudir a
los sanitarios, los mismos que se están dejando la vida por cuidar de tantísimos enfermos.
Falta material, faltan camas, falta de todo.
Hay algo terrible y es que mucha gente está muriendo sola, sobre todo abuelicos. que
no pueden dar un último adiós ni a sus nietos ni a sus hijos ni a nadie.
No poder decir adiós; se me rompe el corazón.
Pero es que este maldito virus ha conseguido separarnos, sólo espero que cuando todo
pase estemos más unidos que nunca.
Algo que también me estremece es lo que está pasando en las residencias. Espero
que se depuren responsabilidades cuando esto pase. También me dan mucha pena los
niños pequeños, es muy duro para ellos.
Creo que nadie estaba preparado para algo así y también creo que las medidas
se tomaron tarde.
El ejército ha tomado las calles y aunque están haciendo una labor encomiable, a mí me
me da yuyu. Me da sensación de más intranquilidad si cabe, como si estuviéramos
más en un estado de sitio.
Hay unos pocos afortunados que pueden pasear, como los que tienen perro: el resto
nos tenemos que conformar con ver series, limpiar la casa o dormir.
Yo, por circunstancias personales, estoy acostumbrada a los encierros. Mi trastorno
bipolar me ha tenido ingresada por largo tiempo muchas veces. Sé lo que es no poder
salir de un lugar de ninguna de las formas, y al menos tengo ese recurso parar
sobrellevar esto.
He salido en contadas ocasiones a la calle: super, farmacia o estanco.
Echo de menos mi cafecito de la mañana en el bar. Echo de menos pasear. Y echo
de menos a mis amigos y familia.
Es duro pero no tanto como vivir con la amenaza de un ataque aéreo o una hambruna.
Creo que nuestra generación está muy acostumbrada a vivir bien y por eso lo llevan
tan mal.
De la misma forma hay personas con iniciativas solidarias muy bonitas: también está
saliendo lo mejor de nosotros.
Os preguntaréis si tengo miedo; pues sí, lo tengo, pero no por mí, sino por la gente que
quiero y que deseo con toda mi alma que no enferme.
Este puto bicho no va a poder con nosotros, de eso estoy segura.
También quiero agradecer a mis psiquiatras, psicólogos, ATS, etc, que me llaman para ver
cómo voy porque saben que con mi patología podría tener un bajón o una subida.
Más agradecimientos: a mis compis de curso, que me animan a través del grupo y
son súper buena gente.
Por supuesto toda mi admiración al personal sanitario que están en primera línea de fuego
luchando contra este maldito virus. Sois todo generosidad y trabajando al límite.
También a toda la gente que esta currando con el peligro que supone: personal de
supermercados, transportistas, farmacias, bomberos, policía, kioskos, estancos y muchos.
más. A todos GRACIAS, porque por vosotros el resto podemos quedarnos en casa
recluídos. Todo esto pasará, no sé cuándo,
pero cuando pase nos daremos cuenta de la dimensión de las pequeñas cosas, de lo que
realmente importa en la vida.
La vida es maravillosa. Esto es sólo un pequeño tropiezo. Y lo salvaremos.
La libertad es sólo un estado mental.
Fuerza y todo mi amor.
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