He intentado entender cómo va el mundo. He subido
montañas, las he bajado. He vivido, he desvivido. He ido, he venido. He hecho preguntas. Me han dado respuestas. NADA. Ahí no está lo que buscamos. Entender las cosas no las hace más fáciles. Volvamos al principio. La alegría de la infancia nos abandona en una frontera que nadie consigue recordar. Porque éramos felices, sin preguntas, sin respuestas, sin esperar nada o esperándolo todo. Todo era posible.
Y he llegado a esa conclusión mirando esta foto del rodaje de 'Los Goonies'
La vida es un gran rodaje que tiene también sus descansos. Y en ellos es
donde vemos a los demás cómo son realmente: sin maquillaje, sin atrezzo, sin
guion, sin nada. Sin necesidad de sonreír ni impostar. La cámara no está
grabando. Pero ellos seguían sonriendo. Eran niños. Su aventura iba más allá.
El tesoro que buscaban lo encontraron también fuera de la película. Los
piratas, el barco encantado, la lucha por conservar su hogar. Todo.
Nosotros somos quienes hacemos lo posible imposible, creyendo que no
podremos. Y sí, podremos; volviendo atrás, buscando en las raíces, en lo que
fuimos, en lo que aún somos.
Cuando regalas algo a un niño al poco rato está jugando con la caja. El
envoltorio se transforma en un tesoro. Y no lo entiendes. Has olvidado que tú
hacías lo mismo.
Hemos olvidado tantas cosas… Pero de repente algo te golpea; un recuerdo
traidor te avisa de que aún queda algo. Una lágrima se escapa, silenciosa, y
sin querer avistas alguien dentro de ti. Vive muy dentro, y te está gritando:
¡recuerda, tú no eras así, vuelve!
Peter Pan no quería crecer porque sabía lo que le esperaba: el olvido.
Crecer significa dejar de ser tú para ser los demás y dejar en algún lugar la
mochila con nuestros “todo es posible”.
Una mochila llena de amigos, de ilusiones, de primeras veces, de caras
de sorpresa, de vidas empezando.
La risa es el camino más corto a la infancia. El único que conozco. Reír
cierra heridas, cauteriza el dolor, y al mirarte al espejo, por un instante,
puedes ver a ese niño que fuiste, que eres, y si te concentras lo suficiente,
verás ese barco pirata fundirse en el horizonte.
Siempre he pensado qué opinarán los sordos de esta afirmación del creador del Súperhombre.
Tengo la costumbre o, quizá, vicio adquirido de ponerme en el lugar de los demás, y cuando escucho "esa canción", sí, esa que sabes que es la única, la que hace se remuevan todas tus entrañas, me acuerdo de aquellos que nunca la podrán escuchar.
Me ha dado, por circunstancias personales, por volver a los brazos de Radiohead y he descubierto que su música, más allá de doler, cura.
No voy a hacer una tesis sobre Radiohead, no es necesario para lo que necesito transmitir; sólo diré una cosa: GRACIAS.
Hace poco "confesé" qué es lo que me sucede. Ahora lo que quiero es hablar directamente a ciertas personicas; esas que están ahí. Conmigo. Cuando llegué a twitter un 6 de julio de 2011 lo hice sin ninguna esperanza. Me explico. Venía de una época muy maja en la que mi vida se desmoronaba por momentos. Aquí hay alguien que sabe perfectamente de lo que hablo.
Nunca he asumido un papel de víctima en twitter, eso no va conmigo, más bien al contrario: he adoptado un "papel" (pero, ojo, soy yo al 100%) de payasa para esquivar una vida que no me sonreía demasiado.
Lo mejor de esto fue descubriros a vosotros pero en particular a ciertas personas que hicieron de mi vida, por aquel entonces y ahora, algo extraordinario.
Me di cuenta de que no hace falta ver a a alguien para reírte con él, ni para acercarte y hacerte amigo.
De hecho las mejores personas que he conocido en muchos años estáis aquí: desde tuiteros con 20 followers o 5000 hasta otros con dos millones.
No me importan las cifras, me importan las personas, esas mismas que han iluminado mi TL con risas, reflexiones, sobrepasando esos límites del humor que tanto me gustan, y también amigos muy bonicos que os habéis enfrentado a gente muy chunga que corre por la red mientras otros miran desde la barrera.
Una vez incluso (por eso jamás como leyendo tuits) casi me ahogué porque me atraganté de la risa con un tuitero al que adoro. Él ya sabe quién es.
También recuerdo una noche en la que me dio la morriña y hablé sobre cosas y bares de Zaragoza que ya no existen y cómo aquella noche descubrí que hay personas aquí que no sólo merecen mucho la pena sino que además sienten las cosas como yo.
Habría mil historias que contar; aquí he visto de todo pero me quedo con vosotros, con los que estáis, con los que siempre estuvísteis, porque me importáis mucho y en días, o más bien noches, muy jodidas podía hablar con vosotros, porque esto nunca cierra y siempre hay alguien capaz de arrancarme una sonrisa en momentos donde, de normal, lo vería imposible.
Una vez tuiteé que son las personas que lo han pasado peor las más dispuestas a hacerte la vida más fácil.
Tengo la suerte de conoceros a algunos en persona y eso me ha reafirmado en lo que siempre he pensado de vosotros: sois la hostia; gracias por ser así aun en momentos donde la vida se os tuerce e incluso así sacáis tiempo para esta loquita que no sabe aún cómo va a acabar todo.
Confío en el futuro, confío en las personas a pesar de que este maldito mundo se empeñe en robarnos la esperanza.
No la perdamos: vosotros, bonicos, sois la muestra viviente de que todavía podemos cambiar algo. Tenéis la fuerza, la inteligencia y sobre todo el amor suficiente por la vida y las personas para poder hacer de este mundo algo un poco mejor. Y otra cosa: A pesar de todo, o de cómo esté ahora, podéis contar conmigo SIEMPRE. Tengo polvo de hadas. No lo olvidéis.
Nos levantamos un día queriendo olvidar
pero no podemos,
o no queremos,
mirando ese café
queremos recordar por qué el olvido es la única salida
y ya lo hemos olvidado.
Hemos olvidado por qué queríamos olvidar
el viejo bucle de siempre
mientras agito el café en sentido anti-horario
como queriendo retroceder en el tiempo.
Da vértigo pensar que el olvido está tan cerca
que mañana es hoy y ayer ya es mañana,
que nada se detiene,
que perdí el miedo,
y él me perdió a mí.
Hubo una noche en julio, una de tantas,en la que me puse a tuitear cosas sobre Nirvana.
Recuerdo hablarle directamente a Kurt, de cómo siempre lo entendí.
Le hable de tú a tú, de personas que han pasado por lo mismo.
Solemos hablar de la empatía y emplear ese vocablo, pero pocos la sienten verdaderamente.
La gente siente pena, compasión, cosica, pero empatía NO.
Para eso hace falta un componente fundamental y es haber pasado por lo mismo o parecido.
Y esto viene a que me veo en la necesidad de desdramatizar a la vez que dar visibilidad a la gente como nosotros: los bipolares.
Sí, he dicho la palabra maldita, aunque es muy conocida aquí por coronar muchas bios.
Mi verano, y sobre todo aquí en twitter, refleja la cara sin tapujos de esta maldita enfermedad.
He entrado y salido mil veces porque ni yo misma sabía lo que quería. De hecho casi nunca lo sé.
Esta enfermedad se toma confianzas, también vacaciones, pero siempre vuelve, y lleva llaves, y más
vale que le pongas cubiertos y le prepares la habitación de invitados: viene para quedarse.
En ocasiones es educada y avisa con tiempo, otras no, y te coge con la casa y la vida del revés.
Es esa amiga inestable que una temporada está muy eufórica y sólo quiere divertirse, salir y hacer cosas temerarias.
Pero también es la misma que te arrastra a un pozo del que no puedes salir ni del que nadie te puede sacar.
Más que un pozo es una caja, te encierra en ella y no ves nada, y lloras, gritas, quieres huir, pero no puedes, no te deja.
De hecho nadie puede ayudar; quizá apoyar, comprender, acompañar, pero ayudar no. Nadie puede.
He tenido momentos muy complicados, algunos lo sabéis, tampoco quiero extenderme con ello;
pero lo que sí quiero es daros las gracias a los que habéis estado de manera incondicional.
Para mí ha sido y sigue siendo un apoyo enorme, a pesar de no poder leer a veces ni el TL en condiciones.
Esto es algo crónico que irá pasando, o no, pero también es crónica mi alegría innata y mis ganas de luchar. Aunque a veces parezca que tiro la toalla, no lo haré.
Quizá suene tópico pero cuando estás cerca del otro lado ves realmente lo que dejas en éste, y te das media vuelta, aunque tenga que haber gente muy bonita para agarrarte y sujetarte un poco.
No me asomaré a más precipicios, sólo para disfrutar del paisaje y con suerte vislumbrar un futuro con más luz e ilusión.
Se puede y se debe hacer y lo sé porque una vez volví del otro lado y allí no hay nadie ni nada.
Lo que merece la pena en la vida está en éste.
Gracias por tanto, pequeños. Tinkerbell está recuperando su polvo de hadas. Os quiero.