jueves, 19 de enero de 2012

La Princesa.

Un día la princesa
estaba triste
¿por qué estás triste?
¿por qué? ¿por qué?
Porque un día un príncipe fue a verme y se lo llevo la corriente
y no fue a verme
y  su corona se fue volando después
¡que le vamos a hacer!
¡no lo sé! dijo la princesa
y el castillo también se lo llevo la corriente
ahora, ¿que vamos a hacer?

PD: No es que sea amor de madre, pero esto lo ha escrito mi niña de 6 años sin intervención de nadie. Anoche la vi y tenía que compartirlo.

miércoles, 11 de enero de 2012

Adiós.



          Adiós. Esa palabra tan difícil de pronunciar, que toma vida propia cuando escapa de tus labios y ya nunca más te vuelve a pertenecer. No, a partir de ese instante es de quién se queda, de quién la recibe que no siempre vislumbra el sendero de la despedida.

       Es un camino angosto, que todos hemos de recorrer a lo largo de nuestra vida. Unos miran atrás mientras escapa de sus labios; a otros no les da tiempo. Los más afortunados la exclaman alegremente conocedores de que eso supone un alivio, una ruptura con un pasado que les atenaza o esclaviza. Para otros, sin embargo, es el principio de una dura batalla con el ayer, con un pasado que reniegan abandonar, y en el querrían permanecer para siempre.

     No quiero irme, ni despedirme de ti, es más, no puedo hacerlo porque nunca llegué a decirte hola. El adiós solo es bonito cuando el hola está cerca.
Es la despedida de lo que nunca pasó, de lo que pudo ser y no fue, de lo que quisimos y no tuvimos, y en ese camino sin luz nos perdimos un día y ya no nos encontramos.

      Por eso hoy te digo adiós, de verdad, sin ataduras, sin miedo a seguir queriéndote.
Nuestro momento pasó, se diluyó en promesas no cumplidas, en miradas furtivas, en sueños que otros realizarán por mí, en la vida de aquellos que sí estarán a tu lado. Pero nunca me iré del todo. Mientras te recuerde, te querré, como el primer día y como el último.

      Me toca la vez, pero en la vida y no voy a seguir haciendo cola añorando un amor condenado desde el principio.
El amor verdadero desea la felicidad del otro. Sé feliz.Todo lo que tu vida te permita y si miras atrás recuerda que un día yo estuve allí, en el andén de los sueños, esperando subir a un tren que nunca llegó a partir.