domingo, 28 de agosto de 2011

Mi niña

                

     
      Esta noche me dirijo a vosotros, sí a todos los que me habéis acompañado a lo largo de mi vida, en lo bueno y en lo malo. Sí a vosotros. Mis amigos.
Algunos estáis ya lejos, pero al igual que las estrellas me seguís iluminando y para cuando vuestro destello acabe su infinito viaje ya estaré a vuestro lado.

      Otras, sin embargo, estáis aquí, y habéis aparecido de repente en lo que quedaba de mi vida,  en la posguerra de una desilusión.  Me viste caminando entre ruinas, con la mirada perdida, cuando soñar era mi única trinchera ante la metralla de la vida.
No te asustaste y me tendiste la mano. No se por qué, me quisiste desde el principio.Yo te vi antes pero tú me levantaste del suelo y empece a caminar. Me costaba pero no te rendiste. Aun poniéndote en peligro no me dejaste sola y me diste una lección de amor y de lealtad de la que solo un ser de luz es capaz.

     Sólo alguien como tú puede iluminar la noche oscura del alma como dirían los místicos, y cada día me demuestras más si cabe todo el amor que aún llevas dentro, pequeña.


La vida recompensa a las personas como tú. Los milagros están hechos a medida de los ángeles que un día se escaparon del cielo para venir a rescatar a los pobres mortales como yo.

Uno atrae lo que imagina, y tu imaginaste ser feliz. Y lo serás cariño.Y mucho.
Las lágrimas despiertan a los ángeles. Por eso te he despertado tantas veces. Pero nunca te ha importado y por eso te quiero tanto.
Gracias, bonita. Siempre estaré a tu lado...


jueves, 11 de agosto de 2011

Un día volverás.



       No era yo. No era para mí. Ese no era mi árbol de Navidad. Era una fría noche de agosto. Lo normal en esas fechas. El día había transcurrido con normalidad y yo esperaba feliz su llamada. Los cristales aún manchados por la tormenta del día anterior contaban la historia de los días de un verano atípico, un estío que vislumbraba el milagro del nuevo amor, del recuerdo de las tardes en la calle, de los niños gritando en la acera para que bajara mi hermano, de mi madre voceando para que acabara esos deberes. Bendito verano, cristales de colores, primavera de ilusión a cuarenta grados...

      Las tardes se hacían largas hasta que escuchaba tu voz. En ese instante la escena se congelaba, y mi cotidiana vida  empezaba a cobrar sentido. Tus ojos me hablaban a través de tu voz y podía sentir cuánto me querían tus quince adolescentes años.Todo este tiempo he mirado a través de mis recuerdos la estampa de aquella última tarde en que te vi. Fingías saber que no te ibas, que volverías para despedirte.
Me decías, : "la Navidad no es para mí, pero cuando mires en el árbol tendrás un regalo mío, cada año estará ahí, no sepas por qué ni cómo, pero siempre lo encontrarás".

     Las calles mojadas me hablan de ti susurrando tu nombre y reviviendo mis recuerdos y aún espero que un día te despistes entre las nubes y vuelvas a buscarme, entres por mi ventana y me lleves a ese mundo que sólo tú conoces. Me juraste amor eterno pero aquel día dejaste a esta pequeña a merced del paso del tiempo, que es el único que no perdona, implacable en su presencia, indómito e imposible de domesticar.

    Si un día te dijera que en ese árbol encontré tu regalo, mentiría, lloraría tan amargamente que sus luces se apagarían al ver mis lágrimas desconsoladas, inútiles esperanzas desterradas al olvido de la ilusión.
Esa es la verdadera tragedia de la infancia, descubrir que la vida se nos promete en lápices de colores que van perdiendo su intensidad y cuando queremos darnos cuenta hemos crecido demasiado, y los lápices ya son bolígrafos, y los bolígrafos son plumas y las plumas son rotuladores que un día ya no marcan, ni pintan, ni escriben cartas de amor.

     Te echo de menos. Me dijiste que me querías;  que era tu niña, la única, que siempre estarías conmigo.
Pero esa tarde aciaga te fuiste. Y mi mundo se paró.Y tú lo sabías. Sabías que era nuestra última vez. La última vez de los dos. La definitiva. La que las lágrimas no pueden doblegar. Sin vuelta atrás para el recuerdo de tu primera sonrisa, ni consuelo para mi pobre corazón.
Pero yo te recuerdo cada día, cada noche, desde mi pequeño mundo, desde mi humilde vida.Te quiero y, aunque no lo creas, te espero, porque sé que un día tú volverás.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Y tú, ¿de qué vas?



      Son muchas las veces que querríamos decir estas palabras, demasiadas quizás, pero ¿para qué engañarnos? ¿lo hacemos? no. No todas las que deberíamos.
Pues bien eso debe terminar. La dictadura de los jetas se está imponiendo a una velocidad incontrolada, en parte sustentada por nuestra costumbre de decir: "bueno. déjalo ya lo conoces, es que es así ". ¿Cómo que me dices que es así?  Sí, ya, así nos va. No podemos permitirlo. Nos comen el terreno, nos dejamos conquistar por los que todo lo quieren y nada nos dan.

     Para prueba un botón.Vas sentado en el autobús. Sube una abuela. Tú muy educado le cedes tu asiento. Ella con cara extrañada y con andares difíciles te mira y acierta a decir: "No, hijo, que ahí me mareo, que dirección contraria a la marcha ¿sabes?". Tú, atónito, presencias como una señora con andares decididos se ha apoderado en esos exiguos instantes de tu sitio mientras esa yaya dispone ya de un privilegiado asiento, eso sí, ahora ya del lado de la marcha. Acojonante.  Para entonces tú estás de pie y con cara de gilipollas. Esto es algo habitual hoy en día. No hay moral. Ni siquiera disimulo. A la gente le da lo mismo todo. Es la ley del más fuerte.Y del más rápido también.

     Hace unos días un niño le dice a su madre, (palabras textuales) : "mama, hay un señor tumbado en el suelo,  a lo que  la señora responde: "ay cuida, hijo mío, no sea un borracho que esta chusma no sé qué hace aquí".
Y el niño en su infinita sabiduría le responde: "¿ y si está malito?  "¿pues que no hubiera bebido!" reprocha la madre.
Ese niño dudo que de mayor se tome siquiera un calimocho. Esa madre le ha dado una lección de como el alcohol hace estragos. Padres, esos grandes amigos de los hijos...

     Otro tema tabú, mis amigas las dependientas. Por supuesto no quiero meter a todas en el lote, sólo al  noventa por ciento y de Zaragoza, ¿eh? Son molonas. Les encanta trabajar. Tú entras. Buenos días, ¡buenas! ¡ holaaa! y  nadie contesta. Estás sola. Por un momento piensas que estás en una tienda de gente sorda, con mis respetos para ellos. Te ignoran, no te ven , parece que a la entrada te hayas colocado la capa de invisivilidad de Harry Potter. Si no fuera porque si robas te cazan, diría que la llevas puesta. Pero, hija,  así ¿cómo vais a vender una miaja? pero ¡si ni siquiera os acercáis! Si estáis dos, estáis hablando, si estáis solas estáis con el twitter y si no, estáis fumando en la calle. Es un panorama desolador. Patético. Deprimente. Lo menos profesional que pueda verse.

     Y luego nos quejamos de la crisis. Normal que la haya. ¡Pero si no trabaja ni Dios!, al menos aquí. Esto es otro mundo. Yo creía erróneamente que lo había visto todo en el fútbol. Pero no es así.
Y en el fondo me alegro. La vida en parte tiene sentido por estas cosas. Me divierto mucho en mis tierras mañas. Todo el que viene se quiere quedar.
De hecho, esta tierra es cuna de humoristas. Lógico, con lo que se ve por las calles, como para no reírse.

martes, 9 de agosto de 2011

Nothing like Cure



      Esta historia comienza  a principios de los '80. Yo era solo una cría. Mi padre me regalaba cintas de Nikka Costa y los payasos de la tele pero yo tenía un hermano mayor que escuchaba otras cosicas. Entre estas se encontraba una banda que por entonces empezaba. Recuerdo que tenía una cinta y sonaba  una canción de manera constante: Killing an Arab. Hoy día sería políticamente incorrecta pero a mí me gustaba: era fuerte, contundente, no era una moñada como las cosas que a mí me hacían escuchar; molaban esos ingleses de aspecto desolado.

    Con los años, les fui siguiendo  e inevitablemente adorando como el que adora a sus ídolos a los pies de una montaña, mirando al cielo esperando la redención de sus pecados. Eran ellos, sí, eran el grupo, la banda por excelencia, el milagro, la palabra de Dios hecha música, y él lo sabia, lo sabe, siempre lo supo.

    Mr.Smith es un ser especial que llora cada vez que se sube  a un escenario, porque se reencuentra con ese ser que le dio la vida, que le permitió conocer la verdadera esencia de su tragedia existencial, de su finita levedad.
Desde sus labios rojo Valentino y sus mejillas teñidas con polveras de Guerlain nos ha ido mostrando a través de sus acordes su innata introspección, sello y firma de esta mítica banda.
Han sobrevivido a múltiples cambios, entradas y salidas, idas y venidas y lo más sorprendente siempre ha sido comprobar como  sus trabajos eran cada vez mejores. Cuando creías que ya no podían hacerlo mejor, se superaban.

   Han sido la banda sonora de millones de personas y de  muchas generaciones y con tan sólo un acorde son reconocibles.
No tengo palabras suficientes para expresar lo que significan para mí; han puesto color a tantos días y noches de mi vida...

    Han iluminado tantos momentos que me es imposible poder imaginar una vida sin ellos. Por eso cuando escucho una canción suya, cualquiera, mi amígdala, la cerebral, no os asustéis, me alerta , y me despierta los recuerdos de ese momento en que lo viví, y no puedo evitar sonreír aunque llorara, y no puedo evitar llorar aunque riera, y no puedo evitar dar un salto aunque estuviera sentada; no lo puedo evitar: son ellos, son The Cure, son tan grandes que nadie que no los ame puede entender hoy este blog; lo siento por ellos. Esta entrada esta dedicada a súper fans: tan sólo ellos pueden entender este sentimiento que nace de la más absoluta de las rendiciones a su música, a su amor profundo por la vida.


Porque eso es lo que emanan sus canciones: AMOR, del de verdad, del intemporal, del hipnótico, del que nada pide y todo espera.
O al menos así lo siento yo. Gracias por existir.


           There is nothing like Cure.

domingo, 7 de agosto de 2011

Y llegaste tú.



    No sé cómo empezar, ni siquiera sé si debo escribir esto. Hace mucho tiempo que mi corazón entró en bradicardia, mis sentimientos estaban anulados por la esperanza del ayer, hasta que tú llegaste no 
supe que existía un mañana. 

    Nunca creí en el futuro, soy persona agregada al presente, al de indicativo. Me gusta lo real, lo tangible, y sin embargo la vida se empeña en arrebatarnos cada instante que vivimos y regalárselo al pasado. Es todo tan sutil, tan abstracto...

    Querría decirte tantas cosas, coger cada pensamiento en el que tú apareces y regalártelo en la noche oscura, en la que te envuelve cada día cuando cuelgas el teléfono y ya me echas de menos.
Yo también, también te extraño pero yo ya lo hacía antes de conocerte, antes de que saltaras a mi vida desde esta pértiga virtual, la misma que ahora te separa de mí.
No, nadie dijo que fuera fácil; nadie me desveló que volvería a amar, no así, no con esta euforia y estos colores adolescentes.

     Al igual que Don Quijote, el amor sólo recupera la cordura cuando va a morir. Si alguno no sabéis si vuestro amor está acabado probad a razonarlo, a explicarlo, a comprenderlo.
Si podéis es que ya no amáis, sólo vivís con alguien a quien ya no queréis aunque os empeñéis en engañaros.
Todos estamos a tiempo de amar de nuevo. Creedme, es así.

    Mi vida está llena de adioses definitivos, de personas que no se despiden ni se dan la vuelta para mirar si sigo ahí. Sin embargo siempre espero a que alcancen esa esquina y se giren para darles ese último y definitivo adiós; pero nunca ocurre, no me miran, no recuerdan siquiera que quede atrás esperando esa despedida.

   Por eso cada vez que vuelvo a amar temo ese desenlace, inevitable casi siempre, pues el Amor verdadero escapa a los designios humanos, no nos pertenece, está hipotecado a los sueños que un día tuvimos y no realizamos.

    No lo podemos poseer del todo, sólo nos lo prestan aquellas personas que nos amaron antes y nos amarán. El amor del alma  no es más que una cadena de favores en la que todos participamos y es por ello que si ahora te quiero tanto debo asumir que un día alguien te amará más y yo misma te llegaré a olvidar.

   Te empecé a perder el mismo día que te empecé a querer. Es así; nada lo puede cambiar. Nada.

miércoles, 3 de agosto de 2011

El tranvía turístico (o como hacernos la vida imposible a los Zaragozanos).



       Sí, ya sé, esto no va a ser políticamente correcto, como también sé que el Sr.Belloch no se va a meter aquí a leerme, pero nunca se sabe,  ¡igual le llega algo!
Tenemos una ciudad maravillosa, siempre lo ha sido: su gente, su alegría, su color, pero estamos a punto de petarlo,  el Zaragozano "tipo" está al borde del desquicie, no sabemos ya ni por dónde circular, todo esto es una broma de mal gusto.
      Pero para que me entendáis los que no sois de aquí:  Zaragoza es una ciudad ya grande, ha crecido mucho y sin embargo el único medio de transporte hasta mayo era el súper autobús urbano, lugar peligroso donde los haya, donde cada día la gente se escoña mientras intenta pagar o picar sus tarjeticas.
     No, aquí no te esperan, aquí arrancan, estés con un bebé en los brazos o seas minusválido. Da lo mismo, ahí te quedas, has de elegir entre pagar o caerte cuando arrancan: ¡tú mismo!

    Es la realidad aunque les escueza. A mi aún me duele un esguince de cuello provocado por una caída en una de esas maravillosas carreras a las que nos tienen acostumbrados los autobuseros.
Sí, sé que son unos mandados pero me da igual, la gente lo acabamos pagando, ¡y de qué manera!

    Pues bien, en una de esas noches de inspiración trasnochada se les ocurrió una idea ¿por qué no recuperar el tranvía? Hubiera sido una gran idea si no fuera porque supone levantar toda la ciudad con el consiguiente trastorno para comerciantes y viandantes.
    Yo siempre he pensado que  el metro es la solución ideal para Zaragoza pero tenemos un lobby que nos acecha: Los amigos de las RUINAS romanas. Cada vez que hacen un "bujero" salen las malditas pedruscas  y: ¡oh, Dios mío, aquí no podemos construir nada! nos dicen con voz condescendiente.
   
     Vivimos encima de un puñetero cementerio romano, así al estilo Poltergeist pero mediterráneo, y gracias a todos esos restos de nuestros ancestros la idea del metro se descarta.
Pero claro ¿alguien se ha molestado en mirar bien esas pedruscas? ¿qué se creen que han encontrado? ¿la Acrópolis? ¡Pero si no son para tanto!
Desde donde nos estén viendo los amigos de Pilatos se estarán descojonando.Y mientras, nosotros coche para arriba, autobús para abajo. Pero llegó nuestro salvador: el TRANVÍA.


      Para nuestros adentros pensamos que quizá fuera la solución definitiva a este caos circulatorio; pero no, nada más lejos de la realidad.
Nuestro señor alcalde,  al que vamos a tener que verle la carica cuatro años más, sólo ha puesto una línea que cruza la ciudad por el centro. Eso es todo el tranvía, no hay más, en serio. Está diseñado para los turistas y para los pocos afortunados que vivan a un extremo u otro de la ciudad. Los barrios no existen para ellos, bueno pensándolo, ni siquiera zonas céntricas que quedan lejos. Nos ha costado una millonada y aún están en la primera fase. Queda mucho para que esta única línea funcione en condiciones.

      Así que ya veis, nos engañan como a chinos (nunca he entendido esta expresión porque engañar a un chino no es tarea fácil) y mientras nosotros aportando nuestros impuestos, tolerando que cada vez suban más los precios, y calladicos, algo muy típico por aquí.

     Nadie se mueve realmente, esperan a que lo hagamos los demás pero, esta vez, yo me voy a quedar muy tranquila; que se quejen otros, que yo gracias al alcalde estoy adelgazando mucho, voy andando a todos sitios...

martes, 2 de agosto de 2011

Perricos



Hay un dicho que reza : "Solo hay una cosa que el dinero del hombre no ha podido comprar: el movimiento de la cola de un perro"

  Supongo que entendido en su sentido más literal se refiere a la felicidad, pero hoy voy a hablar de ellos, de los mejores amigos del hombre, de estos bichicos tan adorables y leales que hacen la vida más fácil a muchos de nosotros. Esta es un época difícil para algunos de ellos. Se van felices de vacaciones y cuando menos lo esperan, en alguna carretera provincial, les abren la puerta del coche y los apean; ellos con la mirada puesta en esa matrícula, incrédulos ante ese abandono que saben irreversible, (pues son más listos que nosotros), se quedan mirando al infinito, siempre con la firme esperanza de que vuelvan a buscarlos. 
  
  Pero no, nunca vuelven, esos cobardes ya han cumplido su misión, el regalito de reyes tenía fecha de caducidad, la misma que las ganas de sus queridos dueños de bajarlos en mitad de la noche  a hacer sus necesidades perrunas. Si alguno de los que me leéis sois de esos os invito a marcharos, pues este blog no es para gente como vosotros, ejerzo también mi derecho de admisión.

   Ellos nos entregan su vida, desde cachorros velan por nosotros y los nuestros, son ángeles en la tierra que no piden nada a cambio y sin embargo nos lo dan todo. Es un comercio desinteresado a    cambio de muy poco. Todos nos movemos por algo en esta vida; ellos solo quieren afecto, caricias, correr, jugar y a cambio nos ofrecen una sabia lección de amor incondicional: sin ataduras, sin filtros, sin esperar nada. Están siempre: cuando lloras, lloran contigo, se restriegan en tu regazo y te lamen la cara sabiendo lo que te ocurre. Te saltan y te reciben con una inmensa alegría cada vez que llegas a casa como si volvieras de la guerra y hubieran estado guardando tu ausencia durante muchos años. 

    Eso es amor, del puro, del auténtico, del que no se da ya ni entre humanos. No entiendo a los que se sorprenden cuando escuchan que un perro ha estado en la tumba de su dueño durante años esperando su vuelta. Sólo un ser superior es capaz de un amor tan incondicional. Ya lo quisiéramos para nosotros. El amor no pide nada, lo da todo, y eso lo he aprendido de ellos. 

Gracias pequeños por acompañarnos en esta aventura que es la vida; gracias por estar siempre ahí, guiándonos y protegiéndonos. No me podría imaginar un mundo sin vosotros.