miércoles, 10 de agosto de 2011

Y tú, ¿de qué vas?



      Son muchas las veces que querríamos decir estas palabras, demasiadas quizás, pero ¿para qué engañarnos? ¿lo hacemos? no. No todas las que deberíamos.
Pues bien eso debe terminar. La dictadura de los jetas se está imponiendo a una velocidad incontrolada, en parte sustentada por nuestra costumbre de decir: "bueno. déjalo ya lo conoces, es que es así ". ¿Cómo que me dices que es así?  Sí, ya, así nos va. No podemos permitirlo. Nos comen el terreno, nos dejamos conquistar por los que todo lo quieren y nada nos dan.

     Para prueba un botón.Vas sentado en el autobús. Sube una abuela. Tú muy educado le cedes tu asiento. Ella con cara extrañada y con andares difíciles te mira y acierta a decir: "No, hijo, que ahí me mareo, que dirección contraria a la marcha ¿sabes?". Tú, atónito, presencias como una señora con andares decididos se ha apoderado en esos exiguos instantes de tu sitio mientras esa yaya dispone ya de un privilegiado asiento, eso sí, ahora ya del lado de la marcha. Acojonante.  Para entonces tú estás de pie y con cara de gilipollas. Esto es algo habitual hoy en día. No hay moral. Ni siquiera disimulo. A la gente le da lo mismo todo. Es la ley del más fuerte.Y del más rápido también.

     Hace unos días un niño le dice a su madre, (palabras textuales) : "mama, hay un señor tumbado en el suelo,  a lo que  la señora responde: "ay cuida, hijo mío, no sea un borracho que esta chusma no sé qué hace aquí".
Y el niño en su infinita sabiduría le responde: "¿ y si está malito?  "¿pues que no hubiera bebido!" reprocha la madre.
Ese niño dudo que de mayor se tome siquiera un calimocho. Esa madre le ha dado una lección de como el alcohol hace estragos. Padres, esos grandes amigos de los hijos...

     Otro tema tabú, mis amigas las dependientas. Por supuesto no quiero meter a todas en el lote, sólo al  noventa por ciento y de Zaragoza, ¿eh? Son molonas. Les encanta trabajar. Tú entras. Buenos días, ¡buenas! ¡ holaaa! y  nadie contesta. Estás sola. Por un momento piensas que estás en una tienda de gente sorda, con mis respetos para ellos. Te ignoran, no te ven , parece que a la entrada te hayas colocado la capa de invisivilidad de Harry Potter. Si no fuera porque si robas te cazan, diría que la llevas puesta. Pero, hija,  así ¿cómo vais a vender una miaja? pero ¡si ni siquiera os acercáis! Si estáis dos, estáis hablando, si estáis solas estáis con el twitter y si no, estáis fumando en la calle. Es un panorama desolador. Patético. Deprimente. Lo menos profesional que pueda verse.

     Y luego nos quejamos de la crisis. Normal que la haya. ¡Pero si no trabaja ni Dios!, al menos aquí. Esto es otro mundo. Yo creía erróneamente que lo había visto todo en el fútbol. Pero no es así.
Y en el fondo me alegro. La vida en parte tiene sentido por estas cosas. Me divierto mucho en mis tierras mañas. Todo el que viene se quiere quedar.
De hecho, esta tierra es cuna de humoristas. Lógico, con lo que se ve por las calles, como para no reírse.

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