martes, 9 de agosto de 2011

Nothing like Cure



      Esta historia comienza  a principios de los '80. Yo era solo una cría. Mi padre me regalaba cintas de Nikka Costa y los payasos de la tele pero yo tenía un hermano mayor que escuchaba otras cosicas. Entre estas se encontraba una banda que por entonces empezaba. Recuerdo que tenía una cinta y sonaba  una canción de manera constante: Killing an Arab. Hoy día sería políticamente incorrecta pero a mí me gustaba: era fuerte, contundente, no era una moñada como las cosas que a mí me hacían escuchar; molaban esos ingleses de aspecto desolado.

    Con los años, les fui siguiendo  e inevitablemente adorando como el que adora a sus ídolos a los pies de una montaña, mirando al cielo esperando la redención de sus pecados. Eran ellos, sí, eran el grupo, la banda por excelencia, el milagro, la palabra de Dios hecha música, y él lo sabia, lo sabe, siempre lo supo.

    Mr.Smith es un ser especial que llora cada vez que se sube  a un escenario, porque se reencuentra con ese ser que le dio la vida, que le permitió conocer la verdadera esencia de su tragedia existencial, de su finita levedad.
Desde sus labios rojo Valentino y sus mejillas teñidas con polveras de Guerlain nos ha ido mostrando a través de sus acordes su innata introspección, sello y firma de esta mítica banda.
Han sobrevivido a múltiples cambios, entradas y salidas, idas y venidas y lo más sorprendente siempre ha sido comprobar como  sus trabajos eran cada vez mejores. Cuando creías que ya no podían hacerlo mejor, se superaban.

   Han sido la banda sonora de millones de personas y de  muchas generaciones y con tan sólo un acorde son reconocibles.
No tengo palabras suficientes para expresar lo que significan para mí; han puesto color a tantos días y noches de mi vida...

    Han iluminado tantos momentos que me es imposible poder imaginar una vida sin ellos. Por eso cuando escucho una canción suya, cualquiera, mi amígdala, la cerebral, no os asustéis, me alerta , y me despierta los recuerdos de ese momento en que lo viví, y no puedo evitar sonreír aunque llorara, y no puedo evitar llorar aunque riera, y no puedo evitar dar un salto aunque estuviera sentada; no lo puedo evitar: son ellos, son The Cure, son tan grandes que nadie que no los ame puede entender hoy este blog; lo siento por ellos. Esta entrada esta dedicada a súper fans: tan sólo ellos pueden entender este sentimiento que nace de la más absoluta de las rendiciones a su música, a su amor profundo por la vida.


Porque eso es lo que emanan sus canciones: AMOR, del de verdad, del intemporal, del hipnótico, del que nada pide y todo espera.
O al menos así lo siento yo. Gracias por existir.


           There is nothing like Cure.

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