sábado, 29 de julio de 2017

Amor a beneficio de inventario




El amor es una bendición, tanto si tú quieres como si te quieren, ser capaces de amar

nos distingue del resto de seres vivos. Y me refiero a ese amor que cala el alma, que

entra sin permiso por la gatera del corazón y se queda a vivir en ti.

     El amor tiene vida propia, es libre de elegir a sus víctimas, y no puedes luchar

contra él; de repente un día amas a alguien, y ese alguien empieza a correr por tus

venas y cual virus se queda a vivir ahí. Se replica, y cada vez es más grande, inunda

todo tu ser y por primera vez en mucho tiempo eres feliz.

    Pero es una felicidad de doble filo, por un lado amas y te aman pero por otro

aparece el miedo atroz a la pérdida, a no sentirte ya querido, o peor, a que tú mismo

dejes de amar sin poder hacer nada.

Por eso lo ideal sería que antes de iniciar nada supiéramos si nos va a merecer la pena,

si vamos a sufrir más que a disfrutar, si nos va a compensar un amor sin garantías

que puede doblegarnos y convertir nuestra vida en un infierno.

    Pero el amor no es una herencia, no puedo hacer inventario y decidir si sigo o no.

Es algo irracional aunque tengamos muchas razones para querer a esa persona.

Porque todavía existe gente que te vuelven la vida del revés y vuelves a creer en

cosas ya marchitas que de repente florecen con una voz, con una sonrisa.

Quizá sea una romántica pero creo que si alguien despierta a mi bella durmiente

particular es porque ese beso es de verdad, el que me salvó la vida, el que me dio

las fuerzas para empezar a vivir de veras.

     Llevo miles de canciones esperándote y apareciste sin buscarte. Mi tiempo se mide

ahora en sonrisas cada vez que pienso en ti.

Sólo me queda verte, así que para tu vida que me subo.





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