jueves, 28 de julio de 2011

El día que Noruega casi murió



          No,  no os voy a dar una respuesta, ni siquiera una explicación , ni un argumento que pueda justificar la tragedia acaecida en ese bello y tranquilo, hasta el viernes, país de fiordos.
No, no puedo comprender; la locura es eximente en los juicios de algunos países "civilizados", pero esto va más allá.
         La locura es creadora, es pura en el fondo; sin ella no tendríamos Van Goghs ni Ana Kareninas ni tantas maravillas que nos regalaron genios trastornados, ahogados en su propia genialidad; faltos de aire ante tantas ideas brotando de sus mentes, jamás serenas y sin embargo tan majestuosas...

      No, ese hombre no está loco, es solo un asesino, llamémosle por su nombre; un terrorista, sí,  pero rubio, de ojos claros, de buena familia.

     Supongo que David Fincher ni en sus mejores sueños escribiría un guión así. Pero esto es la vida, la real, la única que tenemos. Más allá de ideologías y religiones, en lo mas primordial del ser humano está el origen de todo: la nada.
Hacia allí nos dirigimos, implacablemente empujados por el silencio de los sentidos y sin más dilación que la que quepa esperar de una humanidad adormecida y carente de objetivos.

     El mundo se muere, nos desagrega día tras día a miles de seres humanos. En el muro de la tierra ya sólo se publican desgracias.
Ella nos intenta avisar: despierta a los volcanes, encoleriza a los mares y hace rugir la tierra en un inútil intento de salvar la humanidad.

    Si no somos capaces de captar estos posts que nuestra madre tierra publica el ser humano morirá, indefectiblemente, sin caber recurso posible ni segundas oportunidades.
Yo ahora voy a reflexionar, a sosegar mi alma y ver en qué puedo evitar que este trágico desenlace tenga lugar.
La vida se abre paso; no lo olvidéis.

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